EL VIERNES EN LA BIBLIOTECA RIVADAVIA
Emotivo homenaje a
El viernes 4 de septiembre, en ámbitos de la Biblioteca Rivadavia se celebró el Día de la Historieta Nacional, instituido en el año 2005 por la comisión conformada a tales efectos. Se homenajeó a Ricardo Garijo. Hubo lágrimas y mucha emoción. Los detalles:
En el comienzo de la noche especial, la locutora Andrea Rosetti efectuó una introducción pasando por los principales personajes de la historieta nacional, presentando la historia propia (tandilense) con el aporte de guionistas y dibujantes que lograron publicar revistas, libros y fancines que nada tienen que envidiar a importantes publicaciones del país o el mundo.
El acto fue organizado en forma conjunta por la Dirección de Cultura de la Municipalidad de Tandil, la Biblioteca Bernardino Rivadavia y la Asociación Comic Tandil, contando con la adhesión de la Facultad de Arte de la UNICEN.
En el marco de este día tan especial, con un homenaje a la historieta argentina, se efectuó un reconocimiento por sus logros artísticos, literarios y por su trayectoria, al dibujante, docente y escritor tandilense RICARDO GARIJO.
Inicialmente, integrantes de la Asociación Comic Tandil hablaron del día, pero fundamentalmente de la tarea realizada en Tandil que contó con el aporte invalorable de dos grandes de la Historieta como Raúl Echegaray y Ricardo Garijo.
También se presentó las muestra de originales de estos mismos creadores, a los que se sumaron nuestros jóvenes dibujantes, como así también de revistas de historietas nacionales, ediciones locales y libros afines.
Luego se presentó un
trabajo elaborado en su oportunidad por
A esa altura de la
noche, comenzó el homenaje al artista, al escritor y docente
Hubo palabras sentidas, de representantes de la Asociación Comic, la Biblioteca Rivadavia y la Municipalidad de Tandil, pero la presencia del amigo y colega, Raúl Echegaray fue sin lugar a dudas el momento más fuerte y emotivo del acto.
Inmediatamente después, Adriana Goñi y sus hijas recibieron la plaqueta que, en nombre de la Dirección de Cultura, de la Biblioteca Rivadavia y de la Asociación Comic Tandil, fue entregada por Claudia Castro.
Goñi agradeció a Raúl Echegaray, a todos los organizadores, y especialmente a la gente que acompañó el acto colmando la sala principal de la Biblioteca Rivadavia, como muy pocas veces se vio.
Antes de finalizar el
acto, se presentó el corto cinematográfico – documental titulado “
Trabajaron en el muy belolo y emotivo trabajo, María Florencia Calvo, Matías Lazzeri, Minna Raitapuro, Manuel Gallo, Gisela Albelo
y Guadalupe Margiota.
LAS PALABRAS DE RAUL ECHEGARAY
Teniendo en cuenta la
emoción que causó a todos los presentes que, en su mayoría, finalizaron con
lágrimas en sus ojos, quisimos acercarle a nuestros lectores las palabras del
amigo de
“Estábamos condenados a viajar. De haber sabido que viajaríamos tanto cuando me ofreciste que intentara escribir un guión allá por 1985, es probable que hubiera declinado. Nuestros primeros trabajos con los cuales intentamos publicar en FIERRO en aquellos años de incipiente democracia, cuando FIERRO era FIERRO y Juan Sasturain estaba al frente de la redacción, nos obligaron a conocer de memoria cada bache, cada curva y cada vaca que apacentaba al costado de ruta 30, la 3, la 2 y la 226.
Estábamos condenados de antemano a pagar las consecuencias de tantas horas en la ruta y de urgentes caminatas por Buenos Aires, consultando planos y direcciones escritas en papelitos arrugados, con los originales bajo el brazo y los pies calcinados, embotados de tanto caminar..
No hubo redacción más o menos importante en cuyos baños quedaran grabadas las huellas de tanto ajetreo, de pantagruélicos almuerzos con las inevitables papas fritas, que alguna vez supimos acompañar con un vino tan pero tan berreta, que nos hizo doler la cabeza por varios días y al que supimos imaginar depositado al sol en la azotea del modesto boliche de comidas al paso.
Sin embargo, era bueno alentar esperanzas y tomar en café en cualquier boliche de Buenos Aires o La Plata, mirando pasar el mundo a través de la vidriera. Haciendo planes, pergeñando futuras historias.
Cuando hicimos juntos la histórica recorrida de Historietas Bonaerenses y tuvimos que viajar todas las semanas durante tres meses vía Junín, Necochea, San Martín, Monte, La Plata y Buenos Aires con parada en Tandil; tuviste la ingeniosa idea de hacer el cálculo de horas de viaje y de kilómetros recorridos, cuando ya todo había concluido y nos habían salido callos en el culo y yo había tenido que consultar a una dermatóloga para que me curara la infección que padecía en los pies calcinados. Finalmente, terminaste leyendo tu estadística a la Comunidad Científica Internacional en el Salón Blanco, durante la presentación de la revista.
En esos largos viajes por la llanura bonaerense - tediosos e interminables -, terminamos fabulando sobre la existencia de pueblos míseros y olvidados a los que imaginábamos ocultos detrás de una loma, de una arboleda, e incluso detrás un cartel de propaganda. Así cobraron vida, hundidos en la pobreza y el olvido: Cartón Pintado, Los Orines, Renglón Torcido, Las Heces, Desagote y Torcaza Histérica. Jamás supimos explicarnos la horrorosa falta cometida por el Pescado Castigado, que diera nombre a un arroyo ignoto que cruza la ruta en algún punto de la provincia que ya no recuerdo. Un drama turbio entre pejerreyes y tarariras con sus secuelas de maltratos y violaciones fue la hipótesis más arriesgada.
Durante los breves interregnos en los que no viajábamos, tomábamos café o comíamos asados regados con abundante tintillo; también se escribía o se dibujaba. Vos habías parido LOMAS y PLANETA DE ACERO; y luego, cuando nos asociamos, hicimos GURBOS y el DIARIO DE PLAZA MORENO, siendo este último nuestra más grande satisfacción como equipo. En esos años turbios, haciendo las veces de profesores de guión y dibujo, nos vinculamos con una cáfila de alumnos indeseables que produjeron HISTORIETAS BONAERENSES e HISTORIETAS EN LA BIBLIOTECA I Y II. Piero De Benedictis y Roberto Mouillerón jugaron un papel decisivo y solidario en aquellos tiempos. Hugo Costanzo desde Tres Arroyos, Jorge Dabós desde Necochea y Gabriel Cagliolo desde Tandil, ilustres artistas y amigos entrañables, compartieron de una manera u otra nuestra aventura.
Y esos muchachos a los que habíamos tratado de extraviar por los tortuosos y deleznables caminos del arte, en lugar de dedicarse a ser personas de bien, fundando una sólida posición económica, se la tomaron tan en serio que en su mayoría maduraron y pasaron a convertirse en artistas de cuidado en lugar de convertirse en hombres de provecho.
Vos decías que te habías convertido en dibujante para no tener que laburar. Yo tenía que laburar como loco para intentar escribir una página más o menos decente. Después te convertiste en escritor para no tener que laburar. Yo tenía que laburar para poder entender como mierda escribías tan bien y con tanta facilidad; cuando en verdad, los guionistas siempre habíamos pensado que los dibujantes pertenecían a una raza inferior, sometida al mandato de esposas y suegras e hijas.
EL FUEGO y EL TREN, merecidamente premiados y preñados de valores literarios fueron muestra de tu capacidad literaria, en tanto que LOS CIELOS DE PIEDRA aguarda en España su pronta aparición y los mejores auspicios. Aguarda su forma definitiva de papel y tinta para poder contarle al lector la odisea enmascarada en la ficción de un hombre que sobrevivió cinco años en un campo de concentración en Austria en manos de los nazis, luego de haber vivido emparedado en un pueblo de España, condenado a muerte por las fuerzas occidentales y cristianas de Franco. Ese hombre era don Eulogio Garijo. Tu padre.
Y ahora en este merecido homenaje que intentamos tributarte, aunque no estés sentado frente a nosotros, pero estando nosotros impregnados de tu presencia, compartiendo este querido espacio con Adriana y tus pibas, con la presencia espiritual del Ricar que está en España, con amigos entrañables, conocidos y hinchas y admiradores, es probable que se me haga o se nos haga un nudo en la garganta, pero debemos ser fuertes. “Los hombres no lloran” me dijo una vez mi padre con los ojos bañados en lágrimas, y mi padre tenía razón: los hombres no lloran. En todo caso se ríen por no llorar.
Señoras y señores, en
estos momentos, si se me permite la licencia y con el debido respeto,
No tengo más nada que agregar porque siento que hay olor humo en el patio y un tufillo a asado que no se resiste. El Fuego relumbra en la noche; y en tanto se dora el asado, el Chicato descorcha un vino y vuelve a contar el mismo chiste que nos hará reír por milésima vez. Vos fumás apoyado en el tronco de un árbol riéndote del chiste y del Chicato. José Rossanigo, solícito como siempre, prepara las ensaladas con Frank Lester, en tanto que el Darta y Nacho se ocupan de poner la mesa. Yo le arrimo unos palos al fuego.
El vino está bueno y la noche apacible nos cobija eternamente bajo un cielo poblado de estrellas.